El tejido del esparto

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EL ESPARTO: UNA TRADICIÓN MUY NUESTRA


La manufactura del esparto ha sido parte importante de la vida cotidiana de nuestro pueblo.
Desde tiempo inmemorial, en el mundo rural encontramos objetos empleados tanto en el utillaje del agricultor como en los del ganadero. También ha estado presente en todo lo relacionado con la confección de herramientas para la casa de labor, serijos, cestos, alforjas, serones, bonboncillas, espuertas, etc.

Tío Mané tejiendo esparto en la puerta de su casa

LA PLANTA
La obtención de la materia prima: el esparto, ha sido recolectada de aquellos parajes en los que la “, Stipa tenacissima” crece de forma espontánea. En Orgaz, como en la toda La Mancha, Almería, Levante y Norte de África, suele darse en terrenos áridos y de tipo pedregoso. Uno de sus numerosos nombres “Atocha”, ha bautizado un cerro muy popular entre los orgaceños: “El cerro del Atochar”, dónde podemos encontrarla.
Es una hierba perenne, cespitosa, de hojas filiformes, flores hermafroditas reunidas en panojas laxas y fruto en cariópside, con tallo de sesenta a setenta centímetros de altura que produce una inflorescencia terminal en panícula y espiguillas unifloras, fue muy valorada por los romanos precisamente por su alta resistencia y perdurabilidad.

RECOLECCIÓN
La recolección, aunque puede hacerse durante todo el año, es mejor realizarla en primavera porque es el tiempo en que la calidad es óptima.
Para utilizarlo en la artesanía, el esparto no se siega; tiene que recogerse entero, incluida la raíz. Así se van reuniendo con las manos pequeños manojos y se tira enérgicamente hacia arriba.
A veces, después de este proceso, se incendia el espartizal para que se regenere con mayor fuerza y poder seguir produciendo durante más años.

SECADO Y CURACIÓN
Tras la recolección se procede a limpiarlo con una selección de las mejores piezas. Los espartos recolectados se agrupan y atan en pequeños mazos que permitan ser expuestos al sol convenientemente durante cuarenta días para secarlo. Así adquiere su típico color dorado.

picado del esparto con mazas de madera.

TRATAMIENTOS
Una vez secadas las hojas de esparto, éstas podrán seguir dos tratamientos diferentes, dependiendo de la utilidad que se le vaya a dar posteriormente: se puede trabajar directamente como esparto crudo o en forma de esparto picado.
Esparto crudo: Para que recupere la flexibilidad necesaria para poder trabajar con él, habrá que remojarlo uno o dos días antes.
Se tejerá en anchas tiras (pleita) formadas por tantos ramales como se desee, siempre que sean impares; los más usuales están comprendidos entre trece y diecinueve. Cada ramal está formado a su vez por cuatro, cinco o seis espartos. Con esta cinta se elaborarán las cestas, cinchos, capazos, alfombras, tizneros y demás objetos.
Esparto picado. Tras el secado, se cura el esparto metiendo los haces que se han formado previamente en grandes balsas de agua y procurando que ésta los cubra por completo; los haces deberán estar sumergidos en agua durante unos cuarenta días para que adquieran mayor resistencia. Transcurrido este período de tiempo, se deja secar y se procede al picado de las hojas: Con una maza de madera (generalmente de encina) se golpeaba repetida e insistentemente contra un tronco (de almendro, pino o similar) hasta que las múltiples fibrillas que conformaban las hojas quedaban separadas. Con este tipo de esparto se hacen las “lías” o trenzas, que son la base de toda la artesanía posterior.

Hoy por hoy son pocas las personas que saben hacer estos utensilios con esparto. Desde aquí os animamos a conocer a estos tesoros vivientes de nuestra cultura. Esperamos que aunque con dificultades, estas habilidades no se pierdan para poder seguir admirándolas. Se necesita sensibilidad por parte de las autoridades culturales para que fomenten la pervivencia de estos conocimientos fomentando cursos y actividades de difusión.


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